Colombia es uno de los países del mundo con mayor complejidad en sus asuntos internos, el conflicto con las guerrillas de izquierda y los paramilitares de derecha copan la mayoría de las portadas en los diarios, pero auspiciado por una extrema pobreza generalizada y un reparto desigual y desproporcionado de las riquezas , se intensifica uno de los conflictos latentes en el país y del que bien poco se habla, y es la marginación existente hacia las minorías afrocolombianas y las tribus indígenas 27% y 5% del total de la población respectivamente.
Los indígenas, primeros habitantes de América, han visto como desde la llegada de los españoles han sido desplazados de sus tierras y obligados a ocupar nuevas tierras para poder continuar su modo de vida, las comunidades indígenas, en las ultimas décadas están sufriendo una de las mas cruentas ofensivas por despojarles de las pocas tierras que les quedan. El detonante como habíamos hablado en el conflicto con los U`wa, es la explotación de los recursos naturales de las selvas donde habitan. El petroleo, el oro, el carbón o el caucho son recursos codiciados por las multinacionales a las cuales poco les importan los ecosistemas y mucho menos estas comunidades indígenas. Otro de los factores que determinan este acoso a los indígenas es la deforestación de estas selvas. Y también importante es la colonización de los campesinos sin tierra colombianos que se adentran en las selvas para apoderarse de pedazos de tierra donde poder subsistir.
Ademas la guerra que sacude al país está provocando que guerrilleros, paramilitares y militares abusen de estas comunidades indígenas, de manera que se asesinan a algunos de sus miembros o líderes con la excusa de que pertenecen a un bando u a otro. Se les confisca el ganado o parte de la cosecha que recogen.
Desde 1984 a 1991 en una de las etapas mas convulsas de Colombia, grupos indígenas del Valle del Cauca decidieron formar un grupo armado llamado Quintín Lame, que lucharía por los derechos de los indígenas, el presidente Cesar Gaviria por aquel entonces logró firmar un acuerdo de Paz que desmovilizó a este grupo.
Pero los atropellos vividos por los indígenas en los últimos años en este Valle de gran influencia indígena y en otros lugares de Colombia han provocado que estos exploten y se organicen para protestar y tratar de lograr una solución negociada, ante el gobierno, la ONU y otros organismos internacionales. Eso si, esta vez de manera pacifica. Primero colapsaron carreteras, bloquearon la capacidad productiva de muchas empresas y al no lograr un acuerdo con el presidente Uribe, decidieron marchar hasta la capital del país, para provocar una nueva negociación y llamar la atención a los medios internacionales que se preocupan bien poco por este conflicto olvidado. A pesar de las provocaciones del gobierno, del ejercito y de grupos paramilitares, que trataron de sabotear la marcha con amenazas y asesinatos, no lograron evadir a los indígenas de que 30.000 de ellos marcharan hasta Bogotá y 70.000 hasta Cali. Y mucho menos lograron radicalizarlos, pues estas tribus han sabido contenerse y mantenerse de manera pacífica. Pero el acuerdo no llega, pues las pretensiones aunque sobradamente justas, son inaceptables para un gobierno que no quiere ceder en nada. Restablecer los acuerdos en política territorial con los indígenas y negarse a aprobar el tratado de libre comercio con Estados Unidos parece que son abismos difíciles de sobrepasar.
Mientras el gobierno sigue hostigando a los indígenas , llamando errores a estos asesinatos por parte del ejercito a lideres indígenas, el último, ha sido la muerte del esposo de Aida Quilcué organizadora de la minga hasta Bogotá, como otras veces se ha tratado de hacer un falso positivo que diera credibilidad a la versión del gobierno, tratar de hacer creer que este indígena era guerrillero, o que iba bajo los efectos del alcohol e intento atacar a los militares, pero esta vez como muchas otras les ha salido mal. Y nuevamente el gobierno colombiano destapa su manera radical de proceder ante los opositores.
Si la cosa sigue igual, los indígenas no rechazan volver a la lucha armada, y lograr esta vez, el propósito de Quintín Lame.
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